miércoles, 1 de noviembre de 2017

ROBOCOP

En 1987 Robocop consiguió sobresalir y hacer historia. A pesar de ser un producto claramente comercial y dirigido al gran público, consiguió el beneplacito de la crítica. Al contrario que otras películas, tuvo mucho éxito de taquilla y al mismo tiempo tardó poco en convertirse en película de culto.
Robocop es una sátira moderna que denuncia la corrupción política y la manipulación de los medios entre otros temas. Temas que han ido ganando protagonismo a medida que la película ha ido envejeciendo y muy bien que ha envejecido.


Nos plantea un futuro donde la delincuencia fluye sin control, alimentada en parte por intereses políticos. Donde los cuerpos de seguridad y la policía se han privatizado. Por lo que la seguridad de los ciudadanos se ha convertido en un negocio más que en una obligación o una necesidad. La especulación del terreno en la ciudad de Detroit está en manos de empresarios sin escrúpulos.

Con este complicado trasfondo el cuerpo de policía de la ciudad se ve superado y parece imposible hacer frente a todo con los pocos medios que tienen. Ante esta situación, la OCP proclama un concurso para la creación de un nuevo cuerpo de policía robotico que ayude y consiga detener el caos que reside en la ciudad.

Se presentan dos proyectos muy diferentes. Uno es el RP 209, representado por un corrupto dirigente de la OCP y otro es Robocop, representado por un jóven y prometedor ejecutivo de la compañía. El primer prototipo fracasa al matar por error (un fallo de diseño) a uno de los trabajadores de la OCP. Esto abre las puertas al proyecto Robocop, que automáticamente pasa por delante del RP209, lo cual molestará mucho al primer representante. Que hará lo posible por utilizar a las mafias de la ciudad para hacer fracasar a Robocop.


Ironías de la vida, Rocobop será el que recomponga el sentido común. Revelándose antes sus creadores y ante si mismo, ante la programación y drogas que intentan someter y domar su cerebro. Donde se encuentra el único resto de humanidad que le queda. Robocop evidenciará la miseria y decadencia política, haciendo justicia.




Es una película convincente en todos los aspectos. A nivel de efectos especiales la figura de Robocop esta excelentemente conseguida. Es perfectamente creíble y muy bien resuelto. Desde sus movimientos hasta su diseño y coraza. La idea que propone tampoco parece tan descabellada y aún tratándose de un filme de ciencia ficción, toda la historia rezuma una creíble realidad fácil de aceptar.





Las intrigas y manejos de la política viven una realidad alternativa, al margen de lo que ocurre en las calles. Para ellos el éxito y llenar sus bolsillos son lo único importante. Con lo cual se pone en entredicho la naturaleza humana. Los políticos pretenden vender la futura nueva ciudad a los traficantes a cambio que conviertan en un vertedero la vieja, justificando así el desahucio de la población. Pero la especulación convertiría la nueva urbe en un lugar donde los ciudadanos humildes no tendrían cabida.






Otra cuestión que plantea es la ética de la intervención genética en los humanos. Cuestionado por el hecho de que para el proyecto de Robocop es necesario un cuerpo humano con un cerebro útil, sobre el que se ejercerá un control absoluto. Prescindiendo de sus extremidades, que serán mejores y más funcionales al cambiarlas por miembros artificiales. Con todo esto se completa la sátira social, que se complementa con la completa corrupción de la mayor parte de los personajes y el caos en el que se ven rodeados los inocentes y humildes cuyas aspiraciones se limitan a cumplir con su deber.
Esto esta claramente mostrado con las conexiones en directo de los canales de noticias, que van apareciendo durante todo el metraje, aportando de nuevo otra dosis de cruda realidad.





Además la película muestra una violencia sin amaneramientos y ferozmente explícita. Que la convierte en una experiencia poco apta para el público infantil (y no digamos la segunda parte), a pesar de que, al mismo tiempo, es un producto muy atractivo para ese tipo de públicos. Esa violencia refuerza de nuevo la cruda realidad que intenta transmitir la historia, a pesar de que estamos ante una fantasía distópica.

Nadie esperaba un película tan comprometida cuando la fuimos a ver al cine en 1987 y todo el mundo salió de la sala impresionado y convencido de estar ante una sorprendente gran obra, por la que no iba a pasar el tiempo y así ha sido. Ya que su critica política y social continúa estando tanto o más vigente de lo que ya lo era entonces. Sus efectos especiales también han aguantado bastante bien sus 30 años de solera.



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