Juegos de Guerra aprovechó ese interés y esa novedad argumental que suponía la informática. Fue una película que nos fascinó a muchos en su momento y todos queríamos manejar la computadora como lo hace David, el personaje interpretado de forma sencilla y muy creíble por Matthew Broderych.
La película plantea de forma muy creíble varios conceptos al mismo tiempo. Primero el hecho de que las máquinas controlen nuestras decisiones. En ella se decide suprimir el factor humano por el control de la computadora WOPR, la cual tomará las decisiones en caso de conflicto nuclear, teniendo la potestad de lanzar misiles nucleares si lo cree necesario. Un tema recurrente (el de la guerra) y muy de moda en aquellos años ochenta. Sobre todo en Estados Unidos donde parecía existir una silenciosa psicosis ante una posible tercera guerra mundial, con Rusia como enemigo principal.
En este punto plantea un segundo concepto, algo que nadie se había planteado en los albores de los ochenta (o no lo habían planteado muy bien): la seguridad informática, ya que el personaje consigue acceder a la computadora del ejercito y descubrir el modo de entrar en ella, siempre pensando que estaba accediendo al servidor de una empresa de vídeo juegos, pero lo hace. De hecho el gobierno americano se preguntó si eso era factible en la realidad después del estreno de la película y descubrieron con sorpresa que si. Así que se puede decir que Juegos de Guerra cambió muchas cosas en torno a la seguridad en las redes informáticas.
Junto con el profesor Falken, creador del WOPR (el nombre en clave es Joshua para su creador y también para David, durante toda la película) intentarán detener el juego haciendo entrar en razón a la computadora de que el juego es inútil y no se puede ganar. Una referencia a la inutilidad de las guerras y estamos ante el tercer concepto que a modo de denuncia trata la película de forma muy convincente, sobre todo cuando la computadora termina el juego con la frase: "Un juego extraño este, la única forma de ganar es no jugar... ".
Me encanta...
Estamos ante un clásico del cine de los ochenta, una sencilla y al mismo tiempo gran película. Original en su planteamiento y en su guión, que sin necesidad de un gran presupuesto se convirtió en un éxito taquillero que muchos recordamos con una sonrisa en la cara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario