Todos y cada uno de los personajes son entrañables e interesantes y creo que Humphrey Bogart consigue aquí uno de sus mejores papeles. Nunca tuve predilección por este actor, pero creo que en este filme se sale. Sin quererlo y sin esperarlo esta película se convirtió en una de mis favoritas.
El éxito en su momento del estreno (1942) fue considerable, aunque tampoco se puede decir que reventara las taquillas. La fama que tiene actualmente la ha ido ganando con los años, gracias a la consideración del público, especialmente en Estados Unidos. Poco a poco la película ha ido envejeciendo y ganando solera, como el buen vino. El boca a boca y los medios han hecho que su nombre haya perdurado más y mejor que otras películas contemporáneas y hoy en día ha alcanzado el titulo de clásico y su posición en el pedestal que merece. Lo mejor es que no fue creada con esa intención, ni es pretenciosa, ni manida y ni los estudios, ni los actores, esperaban que esta película llegase tan alto.
Superado el paso de los años, se puede decir que todo el mundo coincide en que estamos ante una obra maestra, un hito en la carrera de su director Michael Curtiz.
Desgraciadamente ninguno de los escenarios que aparecen son reales, ni tampoco existió nunca el Rick´s Café, aunque en la Casablanca real se hayan inventado uno para sacar provecho de algún despistado turista.Todo fue creado en interiores y con cartón piedra en muchos casos.
La fotografía (en blanco y negro), es excepcional desde mi punto de vista. Lo que crea una atmósfera muy especial y le confiere ese aire mágico y encantador, como de cuento. Ese fue otro de los puntos importantes que me fascinaron cuando la vi por primera vez.
Pero si hay algo que me enamoró fue las miradas, los sentimientos y la química que respiran sus dos personajes principales. Sólo en algunas miradas ya se entrevé la tensión, el dolor, el nerviosismo o la pasión contenida de ese amor que quiere pero no puede. Una obra encantadora y que nadie se debería perder.
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