jueves, 18 de febrero de 2016

ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE

Otro de los clásicos cinematográficos más importantes de la historia es sin duda esta especial y genial visión del fenómeno ovni que Steven Spielberg estrenó en 1977. Una gran obra que esta muy lejos del vértigo y de la acción del cine actual. Pero que despide un romanticismo y un saber hacer que perfectamente queda reflejado precisamente en su lento desarrollo. La falta de espectacularidad no es un inconveniente, el cine antes se hacía de forma diferente y hoy en día nos han dado tanto que ya es imposible que nos sorprendan y que nos contenten. Antes esta película aportó originalidad y grandes efectos que en aquel momento fueron muy innovadores, como todo lo que hacía Spielberg. Para verla hay que cambiar de chip y no pensar que los clásicos de antes son grandes por lo mismo que ofrece el cine de hoy, nada que ver. El cine ha cambiado mucho y la forma de verlo aún más.


La película presenta tres enfoques diferentes del fenómeno. La madre que padece la abducción de su hijo, una persona que presencia un fenómeno ovni y la visión de un experto y entendido en estos fenómenos. Todos ellos se obsesionan con sus experiencias y la situación llegará a su momento cumbre con el encuentro real y la experiencia que ello significará para todos ellos.


Leí en algún lugar que Spielberg se basó en casos reales de contactos con ovnis que se habían registrado en Estados Unidos, para mostrar los momentos más famosos de la película. Como el avistamiento de ovnis en la carretera por diferentes testigos. Aunque nunca se pudieron demostrar que fuesen veraces al cien por cien, como siempre ocurre con estos temas. 




Tuvo gran éxito tanto de crítica como de público y marcó un antes y un después en este género. Hasta la fecha las únicas películas que mostraban extraterrestres eran para destruir la Tierra. Por primera vez se trataba el tema de forma madura, seria y como si se tratase de una realidad, algo que hizo pensar a más de uno.



La película se re-estreno años después con un final extendido, que mostraba nuevas imágenes del interior de la nave y de los extraterrestres, en las escenas finales. En total existen tres versiones diferentes solo en sus escenas finales.

Desde bien joven Steven Spielberg tenía interés por estos temas y el guión de esta película lo fue escribiendo con los años, cambiando constantemente su idea original y transformándolo hasta llegar al resultado final. Fue un proceso lento y se necesitó tiempo y dinero para llevarlo a la gran pantalla. Requería de unos efectos visuales caros y difíciles de conseguir en aquellos años. El dinero llegó gracias a Tiburón (Jaws,1975), su primera película taquillera que le permitió asumir proyectos más exigentes.


La banda sonora se hizo tremendamente popular, hasta el punto que se grabaron versiones para discoteca de la clásica melodía de tonos con la que se produce la comunicación con los extraterrestres. Una simple y original composición que tenía mucho sentido de ser y estar. Porque resulta sensato comunicarse con alguien de otro planeta de este modo, entablando un idioma nuevo, ya que entenderse en inglés, por ejemplo (hubiese sido lo fácil) resulta poco creíble, simple y muy recurrido.


Participaron varios entendidos en la materia que aconsejaron en todo momento a Spielberg sobre como darle un carácter real y creíble a la película, en todos sus aspectos. Para ello había que hacer todo lo contrario de lo que se había hecho antes con estos temas.
François Truffaut interpreta a un personaje que emula a un experto en este tipo de temas que en la vida real se trataba de Jaques Vallée.


Cada personaje, con su experiencia personal, buscarán el encuentro con los seres del otro planeta. El hombre que tuvo su contacto se obsesionará con el tema y entenderá que recibe mensajes directos, dándole datos del punto y lugar del encuentro que se producirá con los extraterrestres. La madre se desplazará a ese mismo lugar para recuperar a su hijo y el experto, con el gobierno detrás, hará lo imposible por disfrutar ese momento. La película mostrará los encuentros que generan la psicosis y todo el proceso que necesitan los personajes hasta entender lo que ocurre e ir al encuentro con los extraterrestres.


Una gran película, una obra maestra que puede no ser del gusto del público actual. Muy acostumbrado a grandes derroches de acción y efectos y donde las historias pasan a segundo plano. Sin dejar de lado ese tipo de cine, también se puede disfrutar de este otro, donde las historias pasan a ser lo más importantes y donde no hay prisa ninguna. Piensen que esto en aquellos años, era cine comercial...


lunes, 1 de febrero de 2016

DRÁCULA, DE BRAM STOKER

Esta película me fascinó desde sus primeros minutos de proyección, fue un flechazo. La considero una pequeña obra de arte, a nivel artístico es insuperable. Independientemente de la fidelidad real con la novela, que como suele ocurrir nunca logra clavar el libro, algo por otro lado imposible. La lectura de un libro y su percepción por parte del lector es demasiado subjetiva y, aún siendo muy fiel en el contenido, a nadie le suele gustar la forma de contarlo o de mostrarlo en pantalla. De todos modos, es justo decir, que de todas las adaptaciones, para mi es la que más se acerca al libro.
La perspectiva es nueva con esta película, una visión diferente que convierte el mito de Drácula y  la visión terrorífica del personaje en una historia de amor a través de los siglos. "He atravesado océanos de tiempo hasta encontrarte...".
Las intenciones del filme quedan claras con su subtitulo: El Amor Nunca muere...: por si alguien pensaba ver un Drácula al uso, con capa roja y eso, matando por doquier a quien sea hasta que lo destruyen...



El estupendo trabajo de Gary Oldman como vampiro por amor, es incuestionable. Ayudado claro por un estupendo maquillaje. No en vano uno de los tres Oscar que ganó fue por ello (los otros dos: mejor vestuario y mejor edición de sonido), también fue nominada a la mejor dirección de arte. Indiscutiblemente el vampiro se come la pantalla con cada aparición.


Francis Ford Coppola, su director, consiguió regresar al éxito con ella. La critica también le trató bien y hoy en día su visión del vampiro es tan recordada o más que la de las antiguas películas de Hollywood. Lo que demuestra por si sólo la importancia que tuvo este filme en la cultura pop. Se convirtió en una de las películas más taquilleras del año, algo que el director no conseguía desde hacía mucho, mucho tiempo. Además innovó estéticamente y técnicamente a la hora de la realización de sus bellas escenas. La fotografía es excepcional también.


Tanto Keanu Reeves, Winona Ryder y Antony Hopkins cumplen bien en su respectivos papeles, sobretodo Hopkins como suele ser habitual en él. Pero sobretodo hay que destacar a un Gary Oldman en estado de gracia. Interpretando dos personajes muy diferentes que le han proporcionado una oportunidad como pocas de demostrar esa versatilidad que conocemos de él, pero en una sola película.




La atmósfera que despide el filme es cautivadora y mágica en todo momento. La increíble fotografía y puesta en escena de cada toma es exquisita. Algunos momentos e imágenes serían dignos de enmarcarse en cuadros, de tratarse de fotografías. Esa forma de seducir al espectador es su punto más fuerte sin duda y a la vez lo más novedoso en una película de este género. Tratándose de un personaje como Drácula hubiese sido mucho más fácil tirar por algo más cómodo, barato y experimentado.


Otro tema a tener en cuenta es la banda sonora, otra vez estamos ante un gran trabajo.Una música compuesta por el compositor de origen polaco Wojciech Kilar, que confiere la textura sonora necesaria para crear esa atmósfera que comentábamos tan especial y única. Música e imágenes encajan como un puzzle. (más aquí)


La película comienza mostrando al conde Drácula cuando era tan sólo un guerrero enfrentado a sus enemigos, los turcos. La muerte de su amada Elizabetha, desatará su odio y rabia. Sobretodo en contra de su dios al que servía con devoción y convencimiento.  El hecho de romper con lo divino significo convertirse en lo maligno. Cuatro siglos después de estas escenas, Jonathan Harker viajará hasta la residencia del conde para tratar la firma de las escrituras de unas propiedades que acaba de adquirir en Londres. Esta circunstancia hará que el conde descubra, por casualidad, la foto de Mina, prometida de Jonathan. Mina resulta ser la viva imagen de Elizabetha y el conde retrocede 400 años en el tiempo recordándola y en ese momento sentirá que a recuperado a su amada después de tanto tiempo. La adquisición de los terrenos por Drácula pasarán a un segundo lugar. Sólo le servirán de excusa para trasladarse a Londres e intentar recuperar su amor.



Y de este modo, la historia típica y tópica del vampiro de siempre desaparece y estamos ante una bella historia de amor a través de los siglos. El mundo real nos recordará constantemente ante quien estamos y por ello irán en su busca para matarlo, pero el conde tan sólo pretenderá recuperar a su Elizabetha de nuevo.




En esta versión Drácula existe por rabia y despecho hacia su dios, a quien culpa de la muerte de su amada, no por vocación de vampiro. Aunque su naturaleza lo convierta en monstruo, pues necesita sangre para sobrevivir, sólo lo es de cara a algunos. El espectador termina por sentir compasión del conde y por primera vez en la historia de este personaje, desea que escape de su perseguidor Van Helsin, siente que el amor entre Mina y él debe sobrevivir.

Una genial y visualmente espectacular propuesta que rompe moldes con el personaje. A pesar de tomarse algunas licencias si lo comparamos con el libro (referente al comportamiento y naturaleza de algunos personajes), sigue siendo la película más fiel a la novela de Bram Stoker.