jueves, 16 de agosto de 2018

WALL-E

Wall-E es una de esas películas que la gente recuerda con gran cariño. Su historia, sus personajes, su estética y sus mensajes hacen que todos la veamos sin cansarnos y con una sonrisa en la cara. En muchos sentidos es una obra maestra. Además, a pesar de su excelente factura, no es una película pretenciosa, ni abrumadora. Todo lo contrario, delicada, divertida, interesante y casi sin diálogos.



Ambientado en una futuro que profetiza la destrucción de la Tierra por los humanos. Donde se observa un mundo sin vida, inerte y plagado de suciedad y contaminación. Ante tal situación algunos humanos deciden abandonar el planeta y se trasladan a naves espaciales, donde vivir seguros y felices en un entorno controlado. Allí sus vidas están automatizadas hasta el punto que nadie debe moverse de su cómodo sofá. Todo se da hecho, solo hay que disfrutar. Esto convierte a los humanos en inútiles, materialistas, superficiales y aislados de cualquier interacción con sus congéneres. Las comunicaciones son a través de vídeo llamadas y cualquier otra actividad se realizará a través de la redes de comunicación de la nave. Que no dudan en anunciar productos nuevos que venderán a sus atrapados y concentrados clientes que sólo muestran interés en esas novedades. Los humanos son así felices por fin. Sin preocupaciones, sin problemas, sin miedos, sin ambiciones, sin diferencias sociales y sin injusticias. Controlados y dirigidos por una máquina, ya no toman decisiones.

Desde el inicio de la película se anuncia por todos lados la corporación BnL como la dominante en el comercio y el consumismo en el planeta. Precisamente la misma que se planteará un cambio de negocio cuando el mundo caiga en desgracia por el derroche consumista. El nuevo negocio será la construcción de naves para alojar a la población y de ese modo continuar vendiéndoles artículos de todo tipo. Eso si, bajo la imagen de salvadores de la humanidad.


Wall-E es uno de una serie de robots encargados de limpiar la Tierra mientras la humanidad está ausente. Con la esperanza de que algún día el problema revierta y se pueda regresar. Así que el robot, metódico en su conducta y constante en su esfuerzo se dedica, día tras día, a recoger y almacenar las toneladas de escombros acumulados en las calles de la ciudad por la que se mueve. El resto de robots de la misma serie hace años que dejó de funcionar.


El robot muestra una conducta humanizada y encantadora y que recuerda la de un niño pequeño. Wall-E ha desarrollado una curiosidad inusual y un interés por todo ese mundo de basura que le rodea. Hasta el punto de recoger y clasificar muchas de las cosas que encuentra en su devenir por la ciudad. Ha aprendido a recolectar piezas de otros robots como él, que se encuentran averiados y convertidos en chatarra. Gracias a ello ha conseguido reparar sus propias averías y convertirse en el único robot activo.


El día a día del robot se ve alterado por la llegada de una nave, en cuyo interior viaja Eva. Un robot sonda de última generación que ha sido liberado en la Tierra con la misión de encontrar vida vegetal.
Wall-E se ve seducido por Eva desde el primer momento y no para hasta conseguir entablar contacto.
Esta novedad altera los circuitos del robot chatarrero y ningún día volverá a ser como antes. Entusiasmado, Wall-E intentará mostrar la belleza de todos sus tesoros acumulados y encontrará en ella algo extremadamente valioso: Compañía.

Mientras en el espacio los humanos han perdido todo atisbo de humanidad y se han convertido en seres individuales, solitarios y aburridos. Los robots intentan llenar sus vidas con alicientes nuevos, tienen curiosidad uno por otro y se comunican en una búsqueda, aparentemente ilógica (son robots), de cambiar sus monótonos programas.


En su entusiasmo Wall-E termina por mostrar a Eva uno de tantos objetos de su preciada colección: Una planta. Eva detecta la forma de vida. Toda una novedad después de siete siglos. Guarda el preciado objeto y activa el mecanismo de llamada. Eva se desconecta y queda sumida en un sueño, en espera de que la nave regrese a recogerla. Wall-E se ha vuelto a quedar solo, aunque nunca se separa de Eva.



Cuando la nave regresa a recoger a Eva, Wall-E decide seguirla y se introduce en la nave.
Es en esta parte cuando el espectador (a través de los ojos del robot), descubre el tipo de vida al que han evolucionado los humanos después de tantos años.


Timón, el robot que ha dirigido la nave durante décadas a tomado el control y todos los capitanes se han dejado guiar siempre por él, sin percatarse de ello. Del mismo modo que el resto de los habitantes de la nave, el capitán se ha acomodado a no hacer nada.

Con Timón se hace un guiño cinematográfico a
2001, Una Odisea En El Espacio y el computador Hall. Con el cual hay semblanzas más que evidentes.
La programación de Timón para esta situación, sin embargo, es muy diferente a lo que cree el capitán y el resto de habitantes de la nave.
El hecho de encontrar vida en la Tierra debería activar un protocolo para que la nave, automáticamente, regrese al planeta. Pero Timón tiene ordenes de no permitir esto, ya que el último mensaje desde la Tierra (de hace 700 años), desaconsejaba el regreso, entendiendo que el planeta era irrecuperable.


A partir de ahora se suceden un montón de situaciones y aventuras para conseguir salvar la planta. La cual querrán hacer desaparecer los robots esbirros de Timón. Pasando por despertar el interés del capitán por la Tierra, planeta que ni siquiera conoce. También descubrirá la necesidad crucial de regresar para cuidar de él. Aquí entra la moralina. Que brilla con claridad acompañando el "despertar" no sólo del capitán, sino también el de todos los habitantes de la nave. Que por primera vez descubren que hay algo más, más allá de sus sillones y sus pantallas.




Se cumplen 10 años de esta maravilla de la animación del director Andrew Staton. A día de hoy no puedo evitar sonreír cada vez que veo alguna escena de la película o me encuentro con alguna maqueta o juguete del robot. Una reacción de por si interesante ¿verdad?. No puedo evitar que, en algunas escenas Wall-E me recuerde a E.T.. Posiblemente tengan mucho más en común de lo que parece y no sólo esa cabeza achatada con los grandes y brillantes ojos a cada lado. La ausencia de diálogos, sobretodo en la primera parte del filme es sublime y de agradecer. Gran parte del encanto de la película reside en ello. Hasta el punto que las únicas palabras que pronuncian los robots (sus nombres), resultan encantadoras cuando lo hacen. El fondo musical, tan variado como acertado, acompañan las escenas y recuerdan en algún momento a otras películas.

La distopia futurista no es nueva, pero si original en su propuesta. Porque a pesar de tener planteamientos similares al de otras distopias (Oblivion, Blade Runner, Elysium...etc), no muestra ni atisbo de desgracias, ni violencia (como debe ser en una película de dibujos, ya lo sé). Se limita a plantear la solución y relega los malos tiempos del planeta al pasado. Al cual se recurre de forma sutil y suave en algún momento y, aunque el planteamiento de las otras no es factible en esta, por ser un producto dirigido a niños (y mayores). El planteamiento de esta si podría ser una buen golpe de originalidad para el otro tipo de cine, más adulto.