jueves, 1 de septiembre de 2016

EL TIEMPO EN SUS MANOS (La Maquina Del Tiempo)

Algunas de las películas que vimos de niños se han convertido en un gran tesoro en nuestra memoria, o al menos es un tesoro todo aquello que nos inspiraron y que aún sentimos cuando las vemos hoy en día. Un gusanillo especial que vuelve a traer esa ilusión muchas veces perdida, independientemente de la calidad de la película en sí. Nosotros hacemos grandes las cosas, nosotros les damos el significado que luego parecen tener, no al revés.
El Tiempo En Sus Manos es el titulo que algún listo decidió ponerle en España a The Time Machine, cuando creo que era mucho más sencillo traducir el titulo del original y llamarla simplemente como debe llamarse: La Maquina Del Tiempo, película basada en una novela de H.G. Wells.

Estrenada en 1960, fue un éxito relevante, sobretodo para su actor Rod Taylor. El cual interpreta casi la totalidad de las escenas de la película. Algo que cualquier actor desearía, ya que el resto del personajes son secundarios y nadie comparte verdadero protagonismo con él. Su personaje lleva el argumento de inicio a fin y lo demás son meros actores de acompañamiento.
Una de las películas más entrañables que recuerdo es esta. Hasta el punto que continua ejerciendo un gran magnetismo sobre mi cada vez que la veo.


A pesar de que existe una nueva versión de 2002 (que esta bien), esta se ha convertido en el clásico que todos prefieren recordar. Sobretodo por esa maravillosa obra de arte que es la máquina del tiempo que aparece en la película. Una maravilla de estilo victoriano con la que sueñan miles de aficionados al cine fantástico (yo mismo) y que resulta verdaderamente singular y única.


Esa estética tan particular es una de las características más interesantes para mi. Al igual que ocurre con 20000 Leguas de Viaje Submarino (1954) y su Nautilus, esta máquina del tiempo es tan bella como útil parece. Así que es normal que sea esto lo que más se recuerde de esta película.



El romanticismo típico de este tipo de cine antiguo envuelve toda la historia, por otra parte vacía de pretensiones filosóficas y paradojas temporales que serían habituales en este tipo de cine. Una pequeña moraleja sobre hacía donde vamos..(La humanidad), para dar paso a otra pequeña historia de amor entre el viajero del tiempo y la Eloy del futuro. 
Aunque posiblemente la posibilidad de moverse en el tiempo y no en el espacio, pudo ser un quebradero de cabeza, algo difícil de entender, para los espectadores de aquellos años. A pesar de que en la película se explica como si fuese un clase de escuela de la ESO como funciona lo de la cuarta dimensión...


La historia es simple, el personaje viajará en el tiempo miles de años hacia el futuro, hasta un momento de la historia donde todo lo que conoce ha desaparecido. En ese tiempo los humanos viven separados en dos especies diferentes, los Eloy y los Morlocks. Estos últimos viven bajo tierra y practican el canibalismo con los Eloy, a los que alimentan y cuidan hasta su mayoría de edad cuando son sacrificados. Tanto unos como los otros están acostumbrados a que las cosas sean así y nadie reniega de ello. Han perdido toda iniciativa, toda personalidad y solo se limitan a estar ahí y aceptar su destino. Pero esto cambiará con la llegada de George, el viajero.







Una pequeña joya, de esas encantadoras películas antiguas que gusta tener en cualquier videoteca privada y que ha envejecido mucho mejor de lo que parece. A pesar de los efectos visuales (premiados con un Oscar), que tuvieron su mejor momento en 1960,



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